Por: Ramon A. Betancourt y Leilani Santos Pizarro
Para reflexionar de la manera en que tomar ésta posición de "si me duele la cabeza, me la corto", produce exactamente el efecto contrario de lo que queremos lograr, comparto algunas de mis experiencias personales:
Hace muchos años me decidí a conocer el ahora tan famoso lugar del "Charco Azul" de Vega Baja, atraído por historias que escuchaba de niño por parte de familiares que habitaron el área. En aquel momento el lugar estaba completamente abandonado y pocos conocían de él, por lo que era utilizado como depósito para carros robados y en muchos casos cuerpos de personas asesinadas. No fue hasta que con el tiempo, personas amantes de la naturaleza dieron a conocer la maravilla que aquel rincón guardaba, que se comenzó a cuidar y a tomar conciencia de su importancia y hasta la misma comunidad comenzó a envolverse en su conservación.
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Por mi parte, soy más positivo. Todo el que tenga más de 30 años, aunque lo niegue, sabe que alguna vez vió a sus papás, a un tìo o a un abuelo, tirar con la mayor naturalidad basura por la ventana del carro como si fuese lo más natural del mundo. Se que vamos mejorando porque para mis hijos esos sería algo inconcebible. No podemos condenarlos, para la generación de nuestros abuelos, quienes provenían de una generación de raíces agrícolas, el progreso se media en la medida en que lograses alejarte del monte...obtuvieses agua potable, electricidad y vivir en un edificio o una urbanización. Las generaciones posteriores han desarrollado la conciencia de que el desarrollo desmedido no es progreso y que debe existir un balance con la naturaleza y que los recursos son limitados. Las nuevas generaciones, las que nacieron utilizando las redes sociales desde su cuna, son los mismos que según crecen se van dando cuenta de las bellezas naturales de nuestro país que han sido perdidas para siempre y que tanto ellos anhelan guardar para la posteridad con sus "posts" de Instagram y Facebook.
Es fácil gritar y criticar desde las gradas para que se oculte todo, que nos convirtamos en una especie de "Iluminados" y que no compartamos nuestro conocimiento con los demás con la excusa de que se de mal uso de él. Si es así ni salgamos a la calle por miedo a que nos caiga un meteorito o un rayo, o mejor aún no nos enamoremos por miedo a que nos rompan el corazón.
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